miércoles, 14 de marzo de 2012

Soul




Su cabello rubio ya no brillaba, sus ojos grises reflejaban el frío que se apoderó de su corazón tiempo atrás. Ladeó una sonrisa al mirarse al espejo. Una sonrisa que desapareció en ese mismo instante, segundos después.
Las cicatrices volvían a abrirse para ser las heridas que habían sido anteriormente, mechones caían por su rostro, pálido y níveo. Para él ya no había luz que seguir o esperanza en la que resguardarse... Solo había una oscuridad fría y húmeda. La capacidad de llorar o sonreír era impensable para él, se limitaba a dejar ver una fachada inexpresiva que por su complexión, resultaba atractiva a ojos de la gente, algo que a él, en realidad lo destruía en lo más profundo de su ser, haciendo que se encogiese de dolor.
Ese momento en el que no volvieron a cruzarse las palabras...ese momento en el que las miradas comenzaron a viajar hacia el abismo, hacia la nada, viendo un oscuro futuro cerniéndose sobre él, fue la clave, la llave que abrió la puerta hacia los acantilados de la desesperación, la frustración y el sufrimiento.
Nunca podría desangrarse en lágrimas, anhelaba desaparecer, que su corazón ya apenas palpitante dejase de latir. ¿Qué clase de castigo era ese? Seguro que los Dioses se mofaban de su casi inexistente humanidad. Era un ser humano programado.
El hecho de pensar aquello le producía náuseas, haber sido siempre así... Gritaba de desesperación de tal manera que sentía cómo su garganta se desgarraba, cómo vomitaba su alma rota, negra y pútrida. Caía de bruces al suelo, encogiéndose, sollozando sin que una sola lágrima cayese por sus mejillas, ni siquiera ruborizadas del esfuerzo.
¿Cuánto? ¿Cuánto iba a durar ese tormento...esa tortura que no lo dejaba vivir?
Quería huir, pero hacia dónde, era algo que ignoraba. ¿Dónde querrían a alguien como él?...En realidad, sabía la respuesta, pero le aterraba, de modo que, la fachada de nuevo hacía su trabajo. Ocultando siempre todo.

Decidió que seguiría vagando sin rumbo, por un camino que el sabía que no conducía a ninguna parte. Nadaría en su soledad. Bucearía por su dolor. Y volaría cuando su cuerpo se disipase por el aire.

Parte del paisaje del que una vez vino.

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