viernes, 29 de julio de 2011

Labyrinth of roses...




Me sentía observado mientras caminaba aquel día de invierno por los jardines de mi imponente palacio. La suave y delicada nieve moría sobre mis cabellos negros, desordenados por la brisa fría que penetraba en mis pulmones, congelando hasta lo más profundo de mi ser. Me abrigué un poco más, mi abrigo negro cubría mi cuerpo casi por completo, y la rosa negra que descansaba sobre mi sombrero de copa bailaba al son del hielo.
Continué caminando durante largo rato, aún sintiendo esos ojos sobre mí, una inquietante sombra creció en mi interior y una suave y fina voz me llamaba por mi nombre. Me giré y no vi a nadie...Me reí de mí mismo y seguí caminando hacia el interior del laberinto de rosales, adoraba observar esa magnificencia en tan poca cosa...Me fascinaba que algo tan simple como una flor, pudiese albergar tanta pureza y perfección, sentía celos de su belleza, tan aterciopelada...
Mis botas pisaban el camino de pequeñas piedras que me guiaba, escuché una pisada tras de mí y volví a girarme, el báho blanquecino era expulsado de entre mis labios con extraña irregularidad, la nieve continuaba cayendo frente a mis azules ojos, pero solo eso...nieve, nada más.
Suspiré negando con la cabeza y me dispuse a seguir, la nieve se acumulaba en el suelo, cubriéndolo como si de una alfombra blanca se tratase.
Me acerqué a uno de los rosales y sin piedad corté una de las rosas que respiraban el fresco aire, como castigo, una de sus espinas atravesó el guante que enfundaba mi blanca mano y se tiñó de un cálido color rojo. Una mano ajena sujetó la mía, y por fin quien me había estado observando se dejó ver "Tentadora belleza la de las rosas" dijo...yo simplemente lo miré con el ceño ligeramente fruncido, acercó mi mano a sus labios, la desenfundó del guante, dejándolo caer al suelo y besó la sangre que caía por mi mano...No pude escapar ante tal gesto, mi corazón latía frenéticamente, ansiaba dárselo...
Sus labios acariciaron mi piel desnuda y por fin, conseguí ver sus ojos, claros como la nieve sobre la cual me recostó, estaba fría...de entre sus labios no brotaba aliento, entreabiertos dejaban ver una mueca parecida a una sonrisa, entorné los ojos...estaba asustado, pero a pesar de todo, ese ser me intrigaba.
Clavó algo parecido a un dedal afilado sobre mi garganta, fui a gritar y mi voz se vio ahogada por su dedo índice, el cual posó sobre mis entreabiertos labios. Rió hacia sí al ver mi expresión, se acercó a mi garganta y pasó su lengua sobre la herida de la cual brotaba sangre. Repitió la acción decenas de veces...mi piel se tornaba de un color níveo y mis ojos se cerraban a su antojo, pero yo anhelaba ver más, contemplar su belleza casi inhumana.

"No me dejes morir..." supliqué con voz casi apagada, arrastrando las palabras. Él volvió a reír, clavó el dedal sobre su lengua mirándome con elegancia y se acercó, uniéndose a mí en un profundo beso marcado por los rubíes que brotaban de nuestros labios, tiñendo de carmesí la nieve, devorando su blanca pureza...



Ofrecí mi eterno silencio por una vida inmortal junto a él.

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